Hace unos años, en un Grupo de Soporte y Acogida, reflexionando sobre las necesidades de las personas participantes, se habló sobre la sensación de llevar años y años viviendo con el VIH, y la carga y heridas que se acumulaban en el equipaje del viaje por la vida…
De esta conversación surgió cierta conciencia de la necesidad de cuidar estas numerosas heridas y de, por qué no, poder soñar con curarlas.
Las casualidades de la vida (que muy posiblemente no existen) hicieron que, de un montón de diarios y revistas, apareciera un diminuto y breve artículo sobre un arte de origen japonés que repara las fracturas de la cerámica con resina mezclada con polvo de oro. Así la pieza hecha añicos reencuentra su utilidad y, a la vez, incrementa su belleza resaltando con el oro la unión de cada fisura… un arte llamado kintsugi.
El kintsugi propone una aproximación a las heridas y a las cicatrices que podría sernos útil para cuidar nuestras heridas y reparar nuestros interiores como si fuéramos una taza de porcelana.
Dice la leyenda que el arte del kintsugi nació durante el s. XV cuando el shogun japonés Ashikaga Yoshimasa envió su taza de té rota hacia China para que la repararan. Cuando la devolvieron, el shogun se disgustó al ver que la pieza había sido enmendada con unas grapas de metal mediocres. Esto motivó los artesanos de la época a buscar una forma de reparación alternativa que fuera agradable a la vista.
De aquí se creó el arte tradicional de reparar las piezas rotas de cerámica o porcelana con un esmalte especial hecho con polvo de oro, plata o platino. El resultado son estas costuras doradas y bonitas que hacen brillar las grietas de la pieza, dándole un aspecto único.
En japonés kintsugi quiere decir “reparar con oro”. Un método de reparación que celebra la historia de cada objeto haciendo énfasis en sus fracturas en lugar de ocultarlas o disimularlas. El kintsugi da una nueva vida a la pieza transformándola en un objeto incluso más bello que el original.
Diversas ideas filosóficas del momento influyeron en la creación del kintsugi, como el wabi-sabi que se centra en coger la belleza en la imperfección, el mottainai que es el sentimiento de lamentarse cuando algo es malgastado y el mushin que tiene que ver con el principio de aceptar el cambio.
Así pues, tal y como una pieza de porcelana hecha añicos reencuentra su utilidad y al mimo tiempo incrementa su belleza resaltando con oro la unión de cada fisura, las personas también podemos aplicar el kintsugi en nuestras vidas.
Si hemos sufrido alguna circunstancia dolorosa que nos ha dejado huella, tenemos la oportunidad de no hacer como si nada hubiera pasado y podemos contemplar la experiencia valorando todo aquello que ha dejado en nuestras vidas.
Según el kintsugi, además de la importancia de la recuperación funcional del objeto, su valor más grande radica en la aceptación de lo que se ha roto como parte de su historia. Las roturas y las reparaciones forman parte de esta historia y tienen que ser mostradas en lugar de esconderlas.
Las grietas se realzan y devienen en la parte más valiosa de la pieza, puesto que se han convertido en una muestra de la imperfección y la fragilidad. De este modo, la reparación es una forma de revalorizar el objeto a partir de su historia única y la celebración de sus defectos.
Ahora, la taza tiene valor por lo que fue y por lo que es, poniendo de manifiesto su transformación. Ha dejado de ser una taza convencional para convertirse en algo más. Tiene un valor añadido que da un significado nuevo y esencial al concepto de reparación.
Ante una forma de vivir que solo acepta como válido aquello que es joven, bello y proporcionado, la filosofía del kintsugi nos permite expresar que todo aquello que ha sido dañado tiene una historia digna de ser narrada.
Estas porcelanas rotas y agrietadas, con fisuras y heridas, son como un espejo donde nos podemos ver.
Contemplando nuestra naturaleza humana, nos observamos desde la fragilidad, el cambio inevitable y el envejecimiento. Así nos damos cuenta de que en nosotras también vive la naturaleza de la transformación, especialmente en aquellos momentos en que hemos recibido golpes y adversidades.
Y con esta reparación dorada tan visible y remarcada, más allá de mostrar la fragilidad y la imperfección, lo que hacemos es verbalizar una gran fortaleza que se desprende del simple hecho de mostrar —sin complejos— nuestras cicatrices.
Trasladamos la fragilidad de la porcelana a nuestra propia existencia humana, mientras reflejamos sus fracturas en nuestras propias heridas y cicatrices. Una metáfora donde la cicatriz se convierte en una oportunidad para afrontar el mundo y la vida desde la fortaleza.
Comprendiendo que nosotras somos como el objeto, que es más bello por haber sido roto y después haberse recuperado y reparado. Hemos dejado de ser algo convencional para convertirnos en algo más, con un valor añadido, y es precisamente en este punto donde el proceso de reparación adquiere una nueva comprensión.
Las cicatrices doradas son la prueba de la imperfección y la fragilidad, pero a la vez de la resiliencia —la capacidad de recuperarse—, dignas de ser alabadas.
La vida es como un libro que se escribe y en el cual aparecen experiencias dolorosas, somos violentadas, pasamos por diversas adversidades y enfermedades, y todo esto nos deja huellas físicas y emocionales.
El mundo se encarga de agrietarnos, de llenarnos de fracturas... y es aquí donde reside la posibilidad de sobrevivir, cuando la cicatriz se transforma en una ocasión para afrontar el mundo...
Hemos aprendido a esconder los defectos por miedo, sobre todo, al de una muerte social. El miedo a que el estigma y la discriminación nos hagan desaparecer.
La idea de trasladar la fragilidad de la porcelana a la existencia humana. Ver en las huellas de las fracturas de las piezas japonesas el reflejo de nuestras propias heridas y cicatrices. No es solo una idea estética, es una visión muy profunda de la realidad.
Cuando sufrimos una experiencia o circunstancia dolorosa, traumática, que nos ha dejado una herida, no intentamos hacer como si nada hubiera pasado.
Aprendemos a convertirnos en personas más fuertes y resilientes y con más valor, porque seguimos adelante sin rechazar nuestra experiencia dolorosa.
Si reparásemos las piezas de cerámica rotas de tal manera que no se notaran las grietas, representaría una negación de los acontecimientos de la naturaleza y su realidad.
Consideramos las cicatrices como algo digno de ser valorado, admirando nuestra firmeza, porque representan un dolor real.
Las heridas como señales de un camino recorrido, de nuestro tránsito por la vida y la existencia, conscientes de que no siempre hemos podido escoger los destinos de nuestro viaje y hemos vivido las dificultades de navegar contra la adversidad.
También destaca la importancia de las diferencias y las diversidades de formas, valor fundamental para cambiar una sociedad que quiere que nos comportemos todas igual.
Las fracturas y cicatrices que se convierten en una parte más del objeto le dan una apariencia única, ya que no hay dos objetos que se rompan igual.
Esperamos pacientemente que la cola haga su trabajo y fije los fragmentos.
Nuestro proceso de recuperación y reparación interior también necesita momentos de no hacer nada, sin acción.
El paso del tiempo es necesario.
Nuestras cicatrices no se ven porque a menudo están escondidas. La sociedad nos han enseñado a invisibilizarlas. Nuestra cultura más bien decide no ver ni sentir las heridas de las personas.
Emociones, anécdotas e historias de vida que necesitan ser escuchadas para poder curar algo más la herida abierta.
Queremos explicarnos a nosotras mismas cuáles son nuestras cicatrices.
Después de esperar y trabajar, finalmente llega el momento tan anhelado de poner oro a las juntas de la grieta. Las cicatrices se impregnan de oro, un símbolo poderoso que representa aquello que es puro, la perfección, la preciosidad, la luz.
El oro tiene una simbología milenaria altamente preciada en la mayoría de las civilizaciones del mundo. Lo consideramos el metal más precioso, el patrón de valor en cualquier intercambio.
¡El oro es un material precioso y carísimo! Así pues, el kintsugi nos exige ser muy cuidadosas y no desaprovechar ni un miligramo.
En la vida, a ratos, también tenemos que ser igual de cuidadosas con cada pequeño instante de bienestar, alegría y felicidad. Antes de nada, aprendemos a vivir cada momento con plena conciencia, saboreándolo completamente. Después, lo guardamos de alguna manera en nuestra memoria, mental y corporal. Un recuerdo como 'oro en paño'.
Ha llegado el momento en que el objeto emerge, curado y magnificado, y se revela en todo su esplendor, con las cicatrices intensificadas con el oro.
El proceso que ha atravesado le ha permitido transformarse. Ha cicatrizado, ha transmutado sus heridas... y se ha convertido en un objeto todavía más bonito, único y precioso que antes de romperse...
La experiencia resiliente es cuando nos hacemos cargo del dolor, las angustias, el sufrimiento... cuando podemos cuidar lo que hemos vivido, curando las heridas e integrando las cicatrices para transformarlas en las páginas del libro de la vida que seguimos escribiendo.
La resiliencia es la descripción de un proceso, de una experiencia, que reconocemos cuando vivimos circunstancias adversas y podemos abordarlas de tal manera que aprendemos a salir enteras psicológicamente. Y lo podemos hacer mediante el aprendizaje de transformar las heridas en cicatrices, aconteciendo nuestra transformación vital.
Cómo dice Cyrulnik, no se trata de una tarea para super-mujeres o super-hombres que puedan con todo. La experiencia resiliente es cuando miramos nuestro interior magullado, golpeado... y, desde el dolor y las emociones que sentimos, empezamos un camino lento de reparación y podemos reconstruir el sentido de nuestra experiencia vital.
Nuestro trayecto de vida está lleno de fortalezas y vulnerabilidades. Y cuando asumimos todo lo que somos, nuestra perfecta imperfección, es cuando resplandecemos como lo hace el oro.
Entre nuestras manos, la cerámica no solo ha quedado restaurada sino que sus fragilidades y sus grietas ahora se han convertido en la parte más resistente de la pieza.
Hoy en día, la profundización y la cronificación de los procesos de exclusión social, en medio de una sociedad cada vez más fundamentada en las desigualdades, nos desafían cotidianamente para afrontar tanta injusticia social. En este contexto de dolor social, el descubrimiento y el cultivo de la resiliencia se convierten en una necesidad y un deber.
Tal y como apunta Cyrulnik, si la resiliencia es un proceso de entramado entre lo que somos en un momento dado y los recursos afectivos presentes en nuestro entorno social, el quiebre de estos recursos puede hacer que la persona quede aislada en una soledad invisible. Pero si existe aunque sea un punto de soporte, entonces la construcción del proceso resiliente se puede generar.
Él mismo nos dice que narrarnos es una reconciliación con nuestra propia historia, no un retorno al pasado. En la narrativa creamos una imagen, la reparamos y damos coherencia a los acontecimientos, en este proceso nos curamos las heridas.
Las personas resilientes, sobre todo las que sufren enfermedades graves o crónicas o han estado frente a la muerte, pueden generar, sin darse cuenta y sin proponérselo, cierta maestría. Después de haber vencido los obstáculos y enfrentado temores y angustias, crean unas habilidades que les permiten mirar desde otros ángulos y hablar desde otro lugar. Estas personas enseñan con su ejemplo, con su manera de afrontar las dificultades.
La resiliencia no se enseña, se aprende observando las respuestas de otras personas que han vivido experiencias similares a la nuestra: amenazas, pérdidas, pobreza extrema, violencias, catástrofes naturales, precariedades, discriminaciones…
Las metáforas nos sirven para ejemplificar aquello que queremos expresar, de una manera más fácil.
Vivimos en una cultura que nos impone un pensamiento lógico y racional. Por eso, cuando tenemos una dificultad o problema intentamos hacerle frente de la manera más racional posible. A pesar de que las emociones y los procesos inconscientes también afectan nuestras decisiones, intentamos o nos creemos que lo afrontamos todo de manera racional y lógica.
El lenguaje metafórico tiende a sintetizar y combinar, une diferentes niveles de pensamiento y toca los sentimientos. Este lenguaje es determinante cuando queremos comprender relaciones, alianzas, distancias emotivas, resistencias al cambio… Por lo tanto se genera una comprensión circular y sistémica.
Las metáforas, igual que los relatos, se han usado durante muchos siglos para transmitir valores, conocimientos y tradiciones dentro de cada cultura.
La metáfora nos ofrece la combinación de dos aspectos: uno, nos aporta una forma de comunicación simbólica y, dos, tiene una intención reparadora o terapéutica.
La metáfora es otra manera de comunicar que podemos utilizar para aplicar una descripción, una frase o una historia a un objeto o situación que guarda cierto parecido imaginario, pero no literal.
De hecho es esta asociación imaginaria o simbólica lo que da a la metáfora la fuerza reparadora o terapéutica.
Aquello que es difícil de explicar con argumentos lógicos y teóricos puede ser explicado y comprendido mediante metáforas.
Cuando abrimos nuestra mente a una metáfora, se pone en acción el hemisferio derecho de nuestro cerebro. Este es creativo, intuitivo y global. Muy diferente del hemisferio izquierdo que es lógico, racional y el que utilizamos casi siempre.
Las metáforas nos ayudan a encontrar salidas que antes no veíamos. La posibilidad de observar la situación desde diferentes ángulos contribuye a desbloquearnos. Así pueden emerger nuevas respuestas y visualizamos nuevos horizontes, a la vez que facilita la resiliencia.
Las metáforas siembran y sugieren, en lugar de definir e imponer. Su impacto es más profundo y por eso son una buena herramienta para ayudarnos a transformar.
Encontrarnos con el objeto, el símbolo y la metáfora: Kintsugi.
La exposición de mil y una metáforas a través de cada objeto y del proceso que se ha experimentado.
El objeto se convierte en creador de historias inesperadas, nacidas de la sugerencia, los recuerdos y las sutilidades.
El encuentro con el objeto ha hecho aparecer historias más o menos personales pero todas de una gran profundidad y presencia.
Cuidando de un pequeño objeto se abre la puerta hacia un espacio del inconsciente de una manera plana y simple. Solo necesitamos silencio, atención plena y poder tocar, cuidar y repara el objeto.
La intención y la motivación es que el taller sea transformador, un viaje interior y a la vez colectivo.
“Para mí, el VIH rompió la taza.”
“Per a mi, el VIH va trencar la tassa.”
“Micro ferides, traumes més subtils que per petites que siguin no deixen de ser una pèrdua.”
“El diagnòstic és un trauma.”
“Las heridas son repetidas, se van repitiendo y repitiendo.”
“La resistència a trencar-la. Em va fer pensar després que tinc resistència en general a deixar anar.”
“Feia anys que no trencava res. Un desafiament perquè no està en les meves característiques. El vaig aixecar ben alt. Bona idea posar-lo en una bossa, una contenció que a la vida quotidiana no hi és quan et trenques. Al moment d’obrir-lo vaig sentir por del que sentiria.”
“Em vaig preparar abans, rebuscant a casa, dos plats que tenia per reparar. Al parlar de curar ferides, una situació concreta en que els plats es van trencar. Un bloqueig que no em deixa avançar.”
“Enfocar en el fet de sanar i no saps que et sortirà. Estires un fil però no saps per on anirà la madeixa.”
“He sentido malestar, “esto no lo pega ni dios”.
“Acto de soltar rabia y emociones negativas, una especie de desfogue.”
“He sentit certa desolació.”
“Gran ferida i d’aquí parteix tot. Tot una mateixa cosa.”
“Estar fet miques, literalment és així.”
“M’hauran d’agafar amb pinces. Puc entendre el que significa aquesta expressió quan m’he trencat.”
“En mi ha aflorat el diagnòstic, em vaig trencar en “mil pedaços” i ara mirant enrere he vist com he anat reparant i que tinc cicatrius de les quals no era conscient.”
“L’objecte com una part de tu, com una extensió de tu. Em semblava impossible refer aquests mil trossos. I això em ressona a nivell intern.”
“M’he adonat del trencament que va tenir lloc en la meva infància. Ha estat un insight brutal. La imatge del meu trencament, les ferides i les cicatrius. Ara mateix no puc dir res més. Ha estat un flash el fet d’adonar-me.”
“Miro l’objecte i sento el repte. Vull començar ja.”
“Sento ansietat, desemparament, haig de demanar ajuda, per on començo?”
“La primera reacció va ser d’estrès total, volia sortir corrents.”
“No ho veia. Posar-me en marxa em va costar molt. Sensació de bloqueig i frustració. Em vaig adonar que sóc molt exigent, he de donar-me el meu temps i espai, que no és com el dels altres. No cal ser tan ràpida ni perfecta. Em vaig relaxar i vaig començar a veure les peces, em vaig deixar fluir.”
“No rendir-me a la primera. Fixar-me més. Prestar més atenció. Estar en mi mateixa, no comparant.”
“La cicatriu té una història que no puc explicar.”
“El fet de projectar en la tassa que repares el teu interior, la teva pròpia història, té un efecte i una ressonància que sorprèn.”
“Se m’ha fet costa amunt haver de quadrar tots els trossos i tenia ganes de llençar-ho a les escombraries.”
“Puedo dominar lo que se rompe, tranquilidad y calma, tengo tiempo de pensar como montarlo sin ponerme nerviosa.”
“Cuando algo en mi vida se ha roto, siempre intento poner parches para tirar adelante.”
“Para sobrevivir hemos tenido que poner muchos parches.”
“Ha estat com el recordatori de que hi ha una esquerda que està aquí i la pots cuidar d’una altra manera.”
“M’agrada, però es nota que ha passat alguna cosa, que hi ha una història. Com la meva, amb els meus pares, amb la meva manera de ser… tiro endavant però hi ha alguna cosa…”
“Igual que he recuperado la pieza también me he recuperado a mí misma… Ahora busco la soledad, la tranquilidad.”
“No ho dono per impossible. Aleshores he pogut veure com era capaç de millorar-ho, de donar-hi bellesa.”
“A veces lo tienes que intentar varias veces con un fragmento, me he dado cuenta del camino de prueba, error, prueba, error…”
“Per cert, la intuïció també té un paper a l’hora de fer encaixar les peces! I també la capacitat de desfer per tornar a fer.”
“M’adono que poso moltes tiretes i reconec això en la meva vida.”
“Parts que no hi cabien, abans formaven part i ara no encaixen. Exactament com em passa amb parts de mi.”
“En els moments més difícils necessito algú, però també em tanco en mi mateixa. Em trobo tan fràgil per afrontar comentaris.”
“Hi ha una part del procés que requereix esperar, donar temps al temps. Deixar temps al que enganxa perquè pugui fer la seva feina.”
“Durant la sessió vam fer els “treballs manuals” i després quan sortim necessitem temps perquè tot el que s’ha mogut o ha ressonat tingui temps per aflorar.“
“Esto viene a ser como pegar mi soledad.”
“La solitud te a veure amb el fet de reconstruir.”
“Para sanarme necesito estar sola.”
“Es va fent una metamorfosi.”
“Cuesta mucho ser libre.”
“Les cicatrius que ha deixat la societat amb les seves normes, com et jutgen, et miren, et critiquen… per no ser mare, per no casar-me…”
“Y por eso, cuando las curas puedes reflexionar sobre lo que quieres contestar o decir a los demás.”
“Haver de desfer o desconstruir per tornar a muntar o construir.”
“No ho veia. Posar-me en marxa em va costar molt. Sensació de bloqueig i frustració. Em vaig adonar que soc molt exigent, he de donar-me el meu temps i espai, que no és com el dels altres. No cal ser tan ràpida ni perfecta. Em vaig relaxar i vaig començar a veure les peces, em vaig deixar fluir.”
“No rendir-me a la primera. Fixar-me més. Prestar més atenció. Estar en mi mateixa, no comparant.”
“Pega. Sensació especial. Em mareja. Sobreviure, havia d’ajuntar les peces. Em va fer pensar en la gent que em va ajudar a enganxar, qui estava allí, qui m’esperava.”
“Vaig ser conscient de dues parts de reparació: externa i interna. La part de dins que em costava més.”
“Hi havia trossets que no hi ha manera d’omplir-lo. He deixat el forat. Cicatrius visibles.”
“Parts que no hi cabien, abans formaven part i ara no encaixen. Com passa en parts de tu.”
“El fons de la tassa. La dificultat d’arribar al fons. També és la meva manera de ser.”
“L’interior només el veig jo. De cara enfora puc estar recuperat. Osti per dins també!”
“Las cicatrices de dentro parecen diferentes de las de fuera, a pesar de ser la misma cicatriz.”
“En els moments més difícils necessito algú, però també em tanco en mi mateixa. Em trobo tan fràgil per afrontar comentaris.”
“Me di cuenta del hecho que podía dejarme ayudar.”
“Lligat amb l’acceptació de l’ajuda. El contacte humà és la clau del demanar i rebre ajuda.”
“Me siento incomoda, por el mandato familiar. Me educaron para no necesitar ni esperar ayuda. Justamente he descubierto mi historia con la aceptación de ayuda. Mi grieta y mi cicatriz, ser fuerte significa que puedes tu sola y sin ayuda.”
“Tenir un espai on he compartit amb altra gent. Experimentar que pots deixar-te ajudar.”
“Sempre sentint aquesta sensació d’haver de sobreviure.”
“Me doy cuenta que no es suficiente sobrevivir… me faltaba algo más.”
“M’ha encantat i m’agrada posar or en quantitat, a lo bruto…”
“Poner el oro es como decir que cada vez me siento más a gusto con mi misma y me veo más brillante y si a alguien no le gusta que no mire.”
“Ja no em tapo la cicatriu i a més la tinc ben cuidada.”
“Prepararme otra vez para la lucha, estar lista, limpia y estar impecable para otra vez volver a seguir…”
“Una mica caòtic. Al posar l’or em vaig adonar que no havia llimat. Tot necessita el seu temps, encara no era el moment de posar el fil d’or. No em va agradar, no ho veia bonic. Ha de ser el seu moment. No ho vaig poder disfrutar perquè no havia tancat bé la ferida.”
“Molta tranquil·litat, tenia tot el temps del món. L’or era bàlsam. El terreny estava més que preparat i llimat. Hi he dedicat molta calma, m’he entretingut. Ja estava desitjant l’or.”
“He experimentar el que és embellir, sortir del problema, apreciar el meu propi or i la meva fortalesa.”
“Segueixo tenint conflicte, vaig tenir tanta ràbia. El vaig perdonar a ell abans que perdonar-me a mi. El temps que he perdut, m’agradaria haver fet altres coses. L’or m’ha costat perquè no perdono el temps perdut.”
“El que hem perdut, el que no hem viscut. Diagnòstic molt joves i després més cops de la vida. La sensació de no haver pogut viure la joventut. La ràbia que encara sentim.”
“Reprendre una visió de la vida que inclou els cops, les imperfeccions, les ferides i les cicatrius, el malestar, les pèrdues, la malaltia…”
“Aprenentatge de l’experiència dels altres. Hem fet un treball personal i també comú.”
“L’objecte em diu que faci el mateix amb mi mateixa.”
“El objeto me dice gracias por tu tiempo, tu cariño y el amor que has puesto reparándome. Las mismas gracias que yo he dado a otros que me han ayudado. Y a mí misma. La principal luchadora es una misma.”
“Saps aixecar-te quan caus, treure la força i que ningú m’aixecarà perquè he de ser jo.”
“El objeto se gusta más ahora, aunque sabe que se ha roto. De alguna forma me dice: llevaba años en el armario, ahora me has dado valor y me puedes mostrar en el comedor para ver que me has podido reparar…tengo otra utilidad.”
“Es com si l’objecte em digués: soc diferent als demés, he canviat de com era i puc seguir sent útil, servir.”
“El moment d’acceptació de la cicatriu com a part nostra, com un tribut de la resiliència.”
“Estic descobrint la qualitat del carinyo. El que he donat a la peça i que em puc donar a mi.”
“L’or té un valor per si sol. I un valor afegit que és el carinyo. Prendre’t el temps, sense presses. La paciència, la delicadesa i veure com ha sorgit la confiança.”
“I aquest element reparat ha aparegut en presència d’altres persones, amb la seva companyia. Però això no ho faig amb tothom. Aquí hem tingut l’espai de compartir. Tinc VIH i no estic sola.”
“En el pas de sublimar m’estic emocionant. No sé si vull conservar l’objecte, un cop reparant no vull veure’l constantment com a record del que va significar. Abans el tenia exposat però amagat. Ara quan el miro veig el significat. Potser em despendre de l’objecte.”
“Depende de los ojos que me miren me pueden ver como una obra de arte.”
“No sóc perfecta però puc ser una obra d’art.”